Por Ramón Peralta
En artículos pasados he puesto de manifiesto que los políticos usan los medios no para orientar al pueblo o a su militancia sino para distorsionar la realidad para beneficio propio. Recientemente, el representante del estado de la Florida, Marcos Rubio, expresó en una declaración lo siguiente: “El marxismo está vigente y muy vivo, y se está extendiendo a todas las instituciones en América, -escuelas, negocios, agencias de gobierno- bajo la sombra de la política de la identidad y la justicia social. Si no confrontamos esto ahora, y lo llamamos como es y lo derrotamos, eso destruirá nuestro país y todas las cosas que hacen a este país especial…El marxismo no está muerto, y no es una teoría económica… Si no lo confrontamos ahora y no lo llamamos como es y no lo derrotamos, destruirá este país y todas las cosas que lo han hecho especial…los marxistas no quieren llamarse marxistas no mas. Ellos han encontrado nuevos títulos…Los marxistas han encontrado otras terminologías para definirse, como identidad, equidad…Pero ellos dicen que la manera de reparar el sistema es a través de una revolución…Los marxistas están usando el mismo sistema de juego hoy, pero con un nuevo enfoque en la raza, identidad…por eso muchos conservadores están luchando en contra de la implementación de la teoría critica de la raza en las escuelas y sus instituciones…Nosotros estamos siendo enseñados que América fue fundada en el racismo, prejuicio racial…no que nosotros tuvimos una historia de racismo sino que fuimos fundado en el…Bajo esa nueva ideología, las minorías raciales, las mujeres, y miembros de las comunidades homosexuales son todos victimas históricas y que la única solución es que el gobierno intervenga y crea la equidad en la sociedad y haga las cosas justas mediante la destrucción del sistema…
Aunque la posición del legislador están bastante claras y que no necesitan comentarios, no las podemos pasar por alto porque en el presente, sectores ultraconservadores y durante todo el período de la administración Trump, esas ideas fueron repetidas para embaucar a muchas personas y de esa manera llevarlas a creer que tanto el racismo, la discriminación y la marginación de la mujer nunca existieron en la historia americana, y que hoy quieren reivindicar ese oscuro pasado son impulsados por las ideas del marxismo y el socialismo, cuando en realidad las luchas por poner en claro ese pasado nada tienen que ver con esa doctrina política.
Hay que ser ciego y total desconocedor del proceso histórico americano, como lo hace el legislador Rubio, para llegar a la conclusión de que lo que hoy se lleva a cabo en las academias para esclarecer la existencia del racismo y la discriminación por el color de la piel y por pertenecer a otras etnias extranjeras, sea por motivos ideológicos y no estrictamente académicos. La historia, como lo hemos dicho otras veces, ya no es la disciplina académica para rendir culto única y exclusivamente a los “héroes” del pasado si no a todos los seres que de manera anónima contribuyeron a establecer y fundar el nuevo estado.
Por otro lado, tanto el legislador Rubio como la mayoría de sus colegas republicanos están empeñados hoy en negar la urgencia en solucionar serios problemas sociales que enfrentan las capas bajas de la sociedad, tales como: los problemas de salud, la educación, el salario mínimo, la discriminación racial, el desempleo, etc.. Cuando se presentan reformas para solucionar estos problemas, los republicanos las califican erróneamente como “socialistas” y “comunistas”. En términos reales estas opciones están tan lejos, que solo mentes desquiciadas son capaces de concebirlas. Plantear que en los Estados Unidos haya condiciones para implementar un régimen socialista o comunista, es como concebir una siembra de bananos en el planeta Saturno. Así de lejos están las ideas del legislador Marcos Rubio y sus adláteres republicanos.
