Por Ramón Peralta

A pesar de que la administración Biden derogó un sin número de medidas anti-inmigrantes establecidas por la administración Trump, que despertaron optimismo en la comunidad inmigrante, sin embargo, todavía estamos en la espera que el presente gobierno dé los pasos para presentar las soluciones de fondo al problema inmigratorio. Las medidas tomadas hasta el momento, aunque positivas, no responden a las expectativas de la comunidad inmigrante que espera ansiosa las respuestas de la administración a la regulación del estatus legal de cerca de 11 millones de indocumentados y al establecimiento de una situación definitiva de los jóvenes beneficiarios del DACA.

A siete meses de la toma de gobierno de Biden no se ha producido alguna señal en la sala del Congreso con el objetivo de introducir un proyecto de ley o iniciativa, tendiente a realizar cambios en las leyes inmigratorias del presente. Durante la campaña electoral el hoy presidente prometió que enfrentaría el problema y que le daría una solución justa y apropiada, despertando esperanzas entre aquellos que por largos años han vivido en la ilegalidad. Sin embargo, hasta ahora no se ha producido respuesta alguna.

Múltiples explicaciones políticas se han dado a la inacción del presidente. Entre ellas está el hecho de las urgentes demandas que el presidente ha tenido que enfrentar para solucionar el problema de la pandemia y que ha ocupado la atención de la mayor parte del tiempo de su presidencia. Por otro lado, no hay que olvidar que las soluciones a los problemas de la inmigración no están dentro de las prioridades políticas de la población americana, que todavía se muestra renuente a aceptar que se les dé estatus legal a los millones de indocumentados residentes en el país.

No hay lugar a dudas, que esta realidad ha hecho que los políticos, sobre todo los afiliados al Partido Demócrata, no hayan mostrado el interés de impulsar las propuestas legislativas tendientes a solucionar el problema inmigratorio. En ese orden, tenemos el precedente que se produjo durante la primera administración del presidente Obama, que teniendo el control de ambas cámaras legislativas, rehusó presentar al Congreso las legislaciones correspondientes para dar una respuesta justa al problema. Cuando lo intentó hacer ya había perdido la mayoría en el Congreso en manos de los Republicanos, que tradicionalmente se han opuesto a que se les dé reconocimiento legal a los millones de indocumentados residentes en el país.

Todo luce indicar, que la administración Biden va por el mismo camino. Al mismo tiempo, hay que reconocer que todavía la solución al problema inmigratorio dentro de los seguidores del Partido Demócrata no está bien definida, ya que, un gran porcentaje de su militancia apoya la deportación de indocumentados. Alrededor de un 29% considera todavía que la inmigración ilegal es un grave problema y un 30% de los seguidores Demócrata del estado de Texas consideran que el muro fronterizo es necesario.

Tomando en consideración los hechos antes expuestos y debido a los numerosos obstáculos que se han de vencer, podemos colegir, que el camino hacia la aprobación de unas leyes inmigratorias durante la presente administración es todavía políticamente incierto.