Señores a veces los grandes tienen que aprender de los chiquitos. La delincuencia y la violencia con armas de fuego en Estados Unidos es cada vez mayor y los verdaderos responsables de esto, son los flamantes legisladores de Washington por su irracional adhesión a proteger el derecho a tener armas. El jefe de policía de Grand Rapids, Eric Winstrom, expresó en estos días su preocupación por los tiroteos, que muchas veces, cobran víctimas inocentes. El miércoles pasado en la tarde, una adolescente sufrió una herida de bala cuando aparentemente le dispararon a ella o a otros en un caso aún no aclarado por la policía. En Batlle Creek, un niño de dos años murió tras ser alcanzado por un disparo hecho desde un auto en movimiento. En esa misma ciudad, la policía está buscando a un individuo que apuntaba con un arma a otra persona en una estación de gasolina.
Decimos que hay que aprender de los chiquitos, porque países pequeños como El Salvador han podido controlar efectivamente la violencia. ¿Cómo? Actuando con firmeza, y eso no quiere decir violar los derechos humanos. Si la policía va a los barrios donde se presume que hay individuos involucrados en pandillas y realiza cateos, va a encontrar muchas armas ilegales. Y si los legisladores hacen más difícil la compra de armas y ponen más control a los vendedores de estas, la situación puede cambiar. Pero en este país, pesan más los intereses políticos y económicos que la salud de la sociedad. Si no lo creen, pregúntenle al presiden te de Colombia.
Gustavo Petro en su discurso en las Naciones Unidas denunció que la famosa “Guerra Contra las Drogas” que inició el gobierno de Ronald Reagan, lo único que ha hecho es destruir la vida millones de campesinos de Sudamérica y destruir el Amazona, mientras en Estados Unidos el consumo de drogas es cada vez mayor. “cada vez mas millones de americanos mueren “producto de las drogas”.
Lo que pasa es que, realmente la llamada Guerra Contra las Drogas no tiene como objetivo controlar la producción de cocaína, sino controlar los gobiernos de los países que la producen. Con ese cuento, el narcotráfico sigue su curso, los políticos corruptos se enriquecen y las grandes corporaciones americanas se sirven con la cuchara grande.
Señores… ¡Pobre Puerto Rico! No acaba de recuperarse de los desastres de María y le viene otra peor: Fiona. Realmente resulta chocante el hecho de que un país propiedad de los Estados Unidos viva como una nación subdesarrollada, o bananera, como dicen los racistas.
El huracán María pasó hace cinco años y todavía hay en Puerto Rico centenares de viviendas sin techo cubiertas con plástico o desechos de construcción. Todavía hay gente viviendo en refugios provisionales. Cuando pasó el ciclón el entonces presidente norteamericano Donald Trump, lo que hizo fue, repartir toallas y papel de sanitario tirándolos como maíz para los pollos, o comida para los puercos. Dice un viejo refrán que, el está harto no se acuerda del que tiene hambre.
Y hablando de Trompo Loco, al hombre le quieren poner la soga cuello. Ahora la fiscal de Nueva York le presentó cargos de fraude. Según la funcionaria judicial, los Trumps han estado inflando el valor de sus propiedades desde hace tiempo para obtener acuerdos financieros y otros beneficios. Bueno, la verdad es que esos argumentos no son suficientes para meterlo en chirola. Si los demócratas siguen abanicando y no pegándole a la bola, quien saldrá ganando es Tropo Loco.
Nos vemos en los próximos Jalapos, si la Virgencita lo permite.
