El mandatario enfatizó en que seguirán el monitoreo e interrupción de las actividades consideradas terroristas «donde sea que existan», en tanto honró a quienes participaron en las guerras posteriores a los ataques en lugares como Afganistán e Irak, con el pretexto antiterrorista, pero sin pruebas, precisa un reporte del diario The Hill.
Además, Biden insistió en la «defensa de la democracia», un tema al cual hace más referencia a medida que se aproximan las elecciones de mitad de mandato, del 8 de noviembre.
En 2001 murieron casi tres mil personas luego de que dos aeronaves impactaron contra las Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York; una en el Pentágono, cerca de Washington, y otra próxima a Shanksville, Pensilvania.
Luego del considerado el atentado más mortífero en la historia nacional, el Congreso y la Casa Blanca respondieron con una expansión sin precedentes de los poderes militares, policiales y de inteligencia, destinados a erradicar y detener a los terroristas en el país y en el extranjero.
Las tropas estadounidenses fueron desplegadas en Afganistán, porque supuestamente allí el movimiento Talibán daba refugio al grupo terrorista Al Qaeda, responsable de los ataques, y junto al ejército británico invadieron al empobrecido país.
En opinión de analistas, durante las dos décadas del conflicto bélico las fuerzas de Washington y sus aliados de la OTAN no lograron derrotar a los talibanes, ni establecer una democracia a su conveniencia, pero sí avivaron la propagación de grupos extremistas y acrecentaron la inseguridad y la violencia armada.
En agosto de 2021 Biden completó el retiro de las tropas de Afganistán y puso fin a la guerra más larga de Estados Unidos.
La decisión resultó un fracaso reflejado en la disminución del índice de popularidad del mandatario en las encuestas, al punto de que en mayo último tuvo una aprobación de solo el 36 por ciento, la peor cifra desde que asumió el poder en enero de 2021.