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ASHLAND, Kansas, EE.UU. (AP) — El ciclo se repetía: los médicos no duraban nada y el pequeño hospital de pueblo se había quedado con un solo doctor asistente para supervisar una instalación de 24 camas y el asilo de ancianos adyacente. Estaba a punto de cerrar.
Los administradores del Ashland Health Center tuvieron entonces una idea para revertir la partida de médicos tan común en los centros de salud de las regiones rurales: todos los empleados, desde el personal de limpieza hasta los médicos, recibirían ocho semanas pagas de vacaciones y se los alentaría a que las usen para hacer de misioneros en otras naciones.

Pensaron que las personas que están dispuestas a atender a los enfermos de países en desarrollo también se mostrarían dispuestas a hacer lo mismo en un pueblo de 855 habitantes, que queda a dos horas del Starbuck más próximo.
El hacer de misioneros, no obstante, no era un requisito y la gente podía usar para lo que quisiese sus ocho semanas de vacaciones.
El hospital público comenzó a colocar avisos en publicaciones cristianas y escuelas médicas administradas por los católicos. Hoy, cuenta con un director médico, un técnico en medicina, un director de enfermeros, un enfermero y otros empleados reclutados mediante ese programa con un toque caritativo. Busca todavía un dentista, un fisioterapeuta y más enfermeros.
"No me sorprendieron las diferencias entre las zonas rurales de Kansas y las zonas rurales de Zimbabue. Lo que me sorprendieron fueron las similitudes", declaró el administrador del hospital, Benjamin Anderson, de 32 años, que fue el artífice del programa. "No digo que los sectores rurales de Kansas sean iguales a los de un país en desarrollo, solo digo que ambos enfrentan muchos de los mismos retos".
En ambos casos, la gente tiene problemas para conseguir acceso a una atención médica, enfrentan dificultades con la vivienda y se sienten aislados.
Situada en las vastas llanuras del sudoeste de Kansas, Ashland es una tranquila localidad ganadera y donde se extrae petróleo, con casas modestas y una población cada vez mayor. Los dos principales empleadores que quedan son las escuelas y el hospital. Cuenta con un pequeño almacén de comestibles, pero no tiene una gasolinera. Caminar de una punta a la otra del pueblo toma diez minutos.
Anderson, quien ha realizado misiones en Zimbabue desde que llegó a Ashland en el 2009, estaba convencido de que la gente comprometida con el cuidado de la salud que buscaba se podía encontrar sobre todo entre los médicos que van como voluntarios a países en desarrollo.
Hace unos pocos meses, el doctor Dan Shuman, un médico de 43 años especializado en medicina familiar, estaba trabajando en un centro de salud y con un grupo médico en Georgetown, Texas. Un amigo le comentó del pequeño hospital de Kansas que ofrecía la posibilidad de realizar labores de voluntario en otros países.
Si bien tenía un buen trabajo, atendiendo a jubilados con buenos seguros médicos, extrañaba la labor que hizo alguna vez en sitios como Haití y México. Shuman y su esposa, una trabajadora social, se radicaron en Ashland en julio con sus cinco hijos.
"En todo el país tenemos problemas para dar atención médica", expresó Shuman. "Pero este era un sitio que trataba de hacer las cosas bien".
El modelo de reclutamiento de Ashland fue elaborado con la ayuda del programa Via Christi de Wichita, que es parte de una red de salud católica.
El reclutador Scott Stringfield dice que hay cada vez más estudiantes que desean realizar misiones, tanto en países en desarrollo como en barrios pobres de ciudades de Estados Unidos. El año pasado el 16% de las personas que enviaron solicitudes de inscripción en el programa dijeron que les interesaba ese tipo de labores. Este año lo hicieron el 33%.
"Si podemos usar la medicina para llevar a los demás el Evangelio de Cristo, mejor", expresó el doctor John Epperly, que muestra interés en el trabajo de misionero. "Todos tenemos cuerpos que envejecerán y se enfermarán y la medicina ayuda. Pero al final de cuentas, lo importante, creo, es lo que es eterno y en eso nos hemos estado enfocando, ya sea trabajando con granjeros en el noreste de Iowa o en un hospital en un monte de Zimbabue".
Entre las nuevas contrataciones de Ashland figuran Lacey Mollel y su esposo Enkaiye. Hija de misioneros que trabajaron en Tanzania, la mujer se crió "jugando en el monte, en el medio de la nada", con un chico con el que se casaría.
La pareja vivía en Indianápolis y decidió venir al hospital de Ashland --ella trabajará como enfermera y él en la limpieza-- luego de que su tío, un pastor en Ashland, les habló de esta oportunidad.
Lacey Mollel dijo que no se hubieran ido de Indianápolis "a no ser que surgiese algo que realmente le diese sentido a lo que estás haciendo".{jcomments on}


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